A un año de una gesta inolvidable.

Ya pasó un año, y pasaron tantas cosas. Un accidente familiar develaba que lo se estaba por venir no iba a ser poca cosa, justo un día antes de ese día. Ese día que hacía meses que se estaba esperando. Ese accidente me hizo poner en duda mi presencia en la Plaza de Mayo, esa noche ni dormí en mi casa. Igualmente, al otro día, todo se dio como se esperaba.
Había estado en el centro porteño con gente de la SCH informando en diferentes mesas lo que se quería hacer, lo que se venían, en fin, promoviendo la marcha. Quizás no tan de acuerdo con algunas cosas que planteaba la SCH, pero esos serán siempre los problemas de llevar una bandera. No siempre uno puede estar de acuerdo con todo el mundo.
A las anteriores marchas había decidido ir directamente para el centro. En la que fue en la peatonal fui directamente en subte. A la que fue sobre la Diagonal Sur fui a la caravana que comenzó en el obelisco. Pero la última, no me iba a perder ir desde la gloriosa Avenida La Plata.
En esos momentos uno no se da cuenta que lo que esta viviendo, de la dimensión que tenía, una hinchada entera copando el centro como ninguna otra antes la hizo. Gente por doquier, una caravana inmensa. Y en un día de semana.
En esa oportunidad tuve la oportunidad de ir en casi toda la caravana con un antropólogo canadiense que se vino desde su país para estudiar el comportamiento de las hinchas argentinas. Se interiorizó por la nuestra, porque le dijeron que era la mejor. Hace poco a el le hicieron una nota en Mundo Azulgrana.
La caravana fue larga, pero no voy a olvidar en el momento en que llegué a la Plaza de Mayo y verla colmada.
Ese momento marcó que todos queríamos la vuelta a Boedo, que todos los hinchas apoyábamos este acto de justicia.

Luego, lo que se vivió el quince de noviembre fue también muy especial, esperemos que dentro de poco, Avenida La Plata 1782 vuelva a ser propiedad de San Lorenzo de Almagro.

Recuerdos imborrables de aquel día.
Como el de todas las otras marchas.